Abadia del Sacromonte
Granada
En 1595, en unos hornos de época romana en el Sacromonte (monte Ilupitano), se hallaron las reliquias de San Cecilio, discípulo del Apóstol Santiago, así como unas placas de plomo escritas en árabe, conocidas como los libros plúmbeos, que narraban el martirio de tres de los siete varones apostólicos, los obispos Cecilio, Isio y Tesifón.
A raíz de este descubrimiento, desde 1959 a 1597 se acometieron las primeras obras de desenterramiento para reforzar y valorar aquellas donde se tenía constancia de que había sido lugar de martirio. El conjunto de las cuevas aparece delimitado por un muro de ladrillo con almenas curvilíneas y decorado con estrellas, círculos, flores y el escudo del fundador, así como el año de su construcción (1598).
Entrando a las Santas Cuevas encontramos un altar a cuyos lados se veneran dos imágenes de cera traídas de Roma en 1843 con las reliquias de los mártires San Víctor y San Leoncio, y una réplica sacada del Cristo de las Cuevas, obra de Miguel Zúñiga. Descendiendo la escalera situada bajo el altar se pasa a las Santas Cuevas donde existen varias capillas.
A comienzos del siglo XVII se construyó una abadía que tuvo gran importancia como complejo cultural y religioso, y cuya sucesiva decadencia provocó también la desaparición del Sacromonte del que se conserva, como único testimonio, la cruz erigida por los franciscanos. Obra encargada por el arzobispo de Granada Pedro Vaca de Castro y Quiñones al hermano jesuita y arquitecto Pedro Sánchez.
La iglesia está consagrada a la Virgen de la Asunción y la planta del proyecto inicial estaba formada por una sola nave que remataba el crucero. A partir del siglo XVIII se amplió, proyectándose una planta de cruz latina, de tres naves con capilla mayor, crucero y coro.