La madre Géminis

Una de cal y otra de arena. Así resuelves tú, querida Géminis, el papel de madre. Me refiero a que, en tu casa, un día será imprescindible comer perfectamente sentado a la mesa, y otro serás tú misma la que decida almorzar en el suelo, por decir algo.

En este sentido, es posible que tus hijos acaben desoyendo tus normas de conducta, algo bastante lógico, por cierto. Sin embargo, sí aprenderán bien la lección del amor, porque tú eres una madre alegre y divertida, una auténtica explosión de sentimientos.

También es cierto que siempre andarás liada con tus asuntos y pasarás mucho tiempo fuera de casa. No te preocupes, a veces es más importante la calidad que la cantidad. Algunos te dirán que eres una madre blanda, pero no saben que tú recompensas a tus hijos con largas charlas, buenas dosis de fantasía y una bien entendida libertad.

Sólo un consejo. Recuerda lo importante que ha sido para ti la lectura, procura inculcarles esta disciplina.

El padre Géminis

Como padre, normalmente Géminis resulta maravilloso, aunque le falta poner atención en las necesidades materiales y en los problemas de salud.

Su naturaleza un tanto pueril lo convierte en un gran amigo de sus hijos, con ellos establece una relación de igualdad y, al mismo tiempo, de seguridad. Sabe jugar con ellos y ser su guía. Un padre Géminis puede ser una gran fortuna para sus hijos si anula sus matices egoístas.

Por lo tanto, será todo un compinche con sus pequeños, pero no cabe esperar que les imponga disciplina. No es tan grave, sus hijos sabrán ya un montón de cosas antes de llegar a la guardería. Es probable que les encante confiarse a él, porque muy rara vez se mostrará escandalizado o será duro en sus juicios.

Géminis sabe amar sin agobiar. La relación de los nacidos bajo este signo con sus hijos es por lo común muy íntima y aunque resulte contradictorio puede tratarse de una relación poco coherente. Como a él no le gustan las rutinas, es posible que tampoco intente imponérselas a sus hijos. Los padres Géminis tienden a malcriar a sus retoños y puede que lo que un día les parece bien al siguiente les resulte mal, con la confusión que esto conlleva.